Hay muchos momentos, lugares, personas, olores, circunstancias, dolores, felicidades, inquietudes, pero sobre todo momentos y personas que se nos cruzan en la vida por lo que solemos llamar destino.
Vaya a saber uno que es el destino exactamente, es como el futuro que tenemos previamente fijado, el punto final, de paso o de partida de algo del que inexorablemente no podemos escapar. Son las cosas que nos pasan sin que nosotros hagamos que nos pasen o que las hacemos mientras no nos damos cuenta que las estamos haciendo. Está lleno de éstos momentos, el noventa y nueve por ciento de nuestro tiempo lo pasamos bajo éstas circunstancias, vivimos la vida relacionándonos casi por inercia bajo la perspectiva de usos, costumbres, ambigüedades, que adoptamos y asumimos en algún momento también por inercia, por el método existencial en que nos movemos.
Sin embargo, hay otros momentos, olores, circunstancias, personas en que nos damos cuenta que estamos a punto de decidir cosas que marcaran nuestro futuro, en que elegimos nuestro propio destino. Nos paramos enfrente de los hechos, considerando todos los caminos posibles y sus consecuencias, consecuencias que miramos a corto y largo plazo, como ignorando que a largo plazo vamos a tener un montón que otros momentos como éste que volverán a modificar las cosas. Como si la decisión fuera irrevocable y nos atara al resto de nuestras vidas.
Son esos momentos en que se nos hacen nudos en la garganta, que nos volveremos hiperactivos de trivialidades y a la vez estáticos envueltos en nuestra propia inoperancia, que nos atan al ayer al hoy y quizás también al mañana, que nos superan queriendo que nos superen, la cobardía antecede la decisión o vaya a saber qué, el silencio que antecede al movimiento, el miedo a la paz, el ruido a la locura, la duda a la pasión.
Hay momentos y personas pero sobre todo momentos que nos cambian la perspectiva, que nos vuelcan un camión de roedores en nuestras espaldas, que nos hacen mirar atrás y pensar, mirar adelante y decidir, tomar la rienda de nuestro propio destino o lo que sea que fuese.
Hay momentos y personas pero sobre todo personas que nos paralizan, nos invaden, nos controlan, nos consumen, nos convidan, nos cautivan, nos enamoran, nos provocan, nos reeditan.
Hay momentos como éstos…