sábado, noviembre 20, 2010

a...

Al cobarde ladrón de primavera
que un viernes se llevó mi billetera
y en el bondi sin joda me dejó;
al sordo que me corrió una tres cuadras
con una botella y unas cuantas piedras,
“no sabía que era tu mujer” nunca me escuchó

A la doña que desperté a cualquier hora
la madrugada que de puerta equivoqué,
a la santa madre del guitarrista que en el Senior
entre canciones de sabina soborné,
a la apuesta con el santiagueño,
a la rubia de los pechos al viento
a la niña a la que en la puerta del cielo
le hice un blues.

A los borrachos hinchas de Ferro,
a la poeta de los versos fantásticos,
al séptimo cubita, a la camarera,
la que dijo Clark Kent, a la extranjera,
al personaje del sombrero cowboy
que un día inventó Crazy Shot.

A los trapitos de la calle Sarmiento
que me acompañaron entre tragos y lamentos
cuando la loca en celo me descamisó;
a los cientos de miles de whiskys
que tomamos entre los amigos,
al mazo de cartas que nos reunió.

Al tío de mi amigo el kía
que me acompañó a la comisaría
a buscarlo después de un papelón,
al Fiat 147 que volvía de día
al animal que lo conducía
y la troupe que lo disfrutó.

A la colorada holandesa de pocas palabras,
a su departamento donde fracasé,
a la dueña de la casa de San Telmo
que nunca supe quién fue…
al barra de boca que en coco
entre champagne y champagne me hizo un tour

Al telo que pagué sin sentido,
a aquel putón aburrido,
al patova que nos dejaba pasar,
a la moza que nos soportaba
cada martes muy tarde en Jobs.

A las chetas de la Recoleta,
al taxista que una vuelta me bancó,
a la empleada del casino
que cada miércoles un par sonrisas
con sus plenos y su senos me regaló.

Al Sanjuanino que en Mendoza con frío
de chofer y de guía se nos adosó…
al grupo de ingleses sencillos,
a la cerveza y el vino,
al pub que me dio carnet de vitalicio,
y a la idiota que me reconoció...

A las musas que me desahuciaron,
a todos los que me aguantaron
a la noche mi fiel amiga…
a la ilusa que un tiempo me reprimió...
al brindis que estamos haciendo
en casa los mismos de siempre,
a la anécdota que me inspiró

No hay comentarios:

Puntos cardinales

Al oeste de mi almohada el epitafio sobre las huellas de tus besos, al este el maldito acertijo de pasar las noches conmigo; el re...