Tu figura inconfundible,
tu forma de vestir,
la mirada al paso.
Tus remeras de Akiabara,
las zapatillas sin cordones,
la beige pollera larga.
Tus manos grandes,
las miradas múltiples,
el let it be sin let.
El principio de sillones,
tu cuarto intermedio,
el final generoso.
Los aros faltantes,
los anillos prominentes,
la comida japonesa.
El jugo de naranja,
el café con leche,
la botella de agua.
La mentira del daikiri,
la verdad de áquel pijama
la mesa de luz multiequipada.
La diestra siniestra,
la abusadora pervertida,
el malhumor con mi trabajo.
La duda a flor de piel,
la risa a carcajadas,
la maqueta que olvidé.
Me enamoré tanto de tus detalles
que olvidé lo más importante
no quise ver aquellas señales
de que nunca supe enamorarte
(o no supiste, ahora da lo mismo)
jueves, marzo 04, 2010
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