Sus ojos predicen la cruel lápida
a cuenta del porvenir, futuro cierto;
sus orificios nasales respiran lágrimas,
impregnadas de dolor, pasado cruento.
Cansada de portazos necios, ya no molesta
la mirada de lástima, no la padece;
sentada en el umbral, duerme despierta,
la vida de los demás, no la entretiene.
“¿Cómo será la vida del que tiene?”
"¿Dónde habré enterrado la ilusión?”
- Ya no recuerda -
No es el hambre su desvelo, su insomnio,
es la culpa que le golpea el vientre;
donde andará su querido Antonio,
hoy cumple su décimo septiembre.
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