Naufrago en las antípodas de un amor eterno,
navego sin destino fijo por un mar de ensueño;
deteniéndome en cada isla de este paraíso caribeño,
rindiendo culto al mortal oasis que me enfrento.
Entre ritmos nuevos, besos que matan,
tanto gemido mortal produce resaca;
no quiero entender sutiles mensajes,
perpetuar un orgasmo fugaz requiere de coraje.
Naufrago de nuevo al tiempo sin tiempo.
No pregunto, no aminoro, si repito,
conservo sin esfuerzo, del orgasmo el invicto.
Transformo sin piedad mi religión, en su templo.
Pero al quinto día tengo que serme sincero,
soy hombre del sur, de paso sereno;
en casa me espera mi vida y mis miedos,
mi trabajo, su recuerdo y mi ego.
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