martes, octubre 12, 2010

Sin temor a equivocarme

En la mesa del fondo una fiesta,
España campeón joder, que grande Iniesta,
al costado dos amigos se apostaban a duelo
la sombra de la silueta de aquella morocha.

En la barra me pedí un porrón de cerveza,
vos pediste dos fernet y una caipirinha;
te conozco de algún lado te pregunté sin certeza
aula ocho, año dos mil tres, Economía.la materia.

No te vayas le llevo esto a mis amigas y vuelvo,
mirá que casualidad que es de tu vida tanto tiempo
me debés un apunte de Marx y otro de Hegel
sabés que no soy comunista, mozo otro fernet..

No me mirés así que es abuso de tu parte
no te muerdas los labios despiertas mis instintos;
cantaban en el cantobar canciones de Sabina,
“yo no quiero sembrar para mañana”, decía Atilio

Contamos ciento treinta y dos y perdí la cuenta
besos hasta llegar al pie de tu cama,
en la cúspide del éxito la sospecha
tanto tiempo de alcobas vacías, habré perdido destreza.

Al tercer botón que se hizo mi amigo
tu mano me correspondió debajo de mi ombligo
recordé que no hay mejor estrategia
que seguir el ritmo de los latidos de la dulce doncella.

No hay razón más estúpida para viajar
del último orgasmo a la puerta en siete segundos
que el miedo a dormir abrazados
y despertarse al amanecer un poco enamorado.

Sin temor a equivocarme les digo
no hay mujer más hermosa que aquella en su cama
tomando el desayuno con el rimel corrido
envuelta su piel en una dulce sonrisa y su diario pijama.

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